sábado, 30 de abril de 2011

Capítulo 2: Eva Jones

La luz naranja de la mañana se filtró por mis ojos hasta hacérmelos abrir lentamente. No me adapté a la claridad hasta pasados varios minutos. ¿Qué había ocurrido la noche anterior?, no recordaba absolutamente nada, algunas imágenes me venían a la cabeza, la silueta de un hombre, voces desconocidas, un bosque, oscuridad, todas esas cosas con las que alguien puede soñar alguna vez venían a mi mente, pero sabía que no las había soñado sino que las había vivido.
Intenté diferenciar dónde me hallaba, pero no reconocí nada en absoluto debido a que mis ojos estaban completamente desenfocados.
Estaba segura de que me encontraba acostada en una cama, bastante cómoda dígase de paso, arropada hasta el cuello. Me sentí agobiada, quise zafarme de aquella envoltura tan calurosa, sabía que era otoño y quizás seguía estando en el estado de Washington, pero el sol de la mañana me daba de lleno en la cara hasta abrasármela.
De mi boca salió -o por lo menos intentó salir- un quejido. ¿Había alguien en aquel lugar que pudiese ayudarme? Por lo visto sí, había una silueta esbelta al lado de la cama, inmóvil, quise pensar que era una persona y no un perchero lo que allí había y, por suerte, acerté.
Me incorporé hasta sentarme en aquel lecho blandito y por fin se escurrieron las sábanas, pero seguía teniendo calor, ¿es que me encontraba en llamas y nadie se daba cuenta?, era asfixiante.
Mis ojos seguían empañados pero pude percatarme de que me encontraba en una habitación pequeña, con un solo armario, un espejo de pared y una cómoda, además de aquella cama de matrimonio, pero claro, todo aquello era adivinado por pura intuición porque en ese momento no veía con claridad.
Me toqué la cabeza con una mano y luego esta se deslizó hacia los ojos para frotarlos y conseguir algo de visibilidad, pero fue en vano.
Me sentía totalmente mareada, la cabeza me daba vueltas y estaba segura de que si aquello no paraba acabaría por vomitar, con lo mal que lo pasaba. Miré hacia todos los lados, pero no quise decir nada por miedo a que las palabras no me salieran, estaba nerviosa y seguía acalorada.
Aquella silueta empezó a moverse lentamente hacia mí y tuve la sensación de que yo me intentaba alejar de ella poco a poco y sin que se notase. Paró de repente y pareció moverse ligeramente hacia un lado, como si se estuviese girando hacia la derecha, donde pude ver un hueco del tamaño de una puerta y, seguramente, sería eso, pero allí parecía haber otra silueta, o una muy grande o dos muy juntas, no estaba segura. Sentí que algo caliente llegaba a mis labios, algo suave, como un líquido espeso, de olor salado y sabor metálico.
Sangre, estaba sangrando.
Era normal que sangrase por la nariz cuando hacía calor, también me sangraba cuando dormía mucho, pero nunca lo hacía cuando recibía algún golpe, una reacción extraña.
Me toqué la parte superior del labio para intentar recoger la sangre y no manchar la cama, pero fue imposible. Esta calló en mi ropa y en las sábanas. Mierda, les tendría que pagar la tintorería a los que me habían acogido, la primera noche y ya estorbando. La sangre también llegó a mi boca, no me desagradaba el sabor que tenía, sabía que no era normal, y parecía poco higiénico, pero no me molestaba notar su sabor.
-Traed papel para taponarla la nariz.-oí decir a alguien, parecía una mujer.-Y también traed alcohol.
El papel, como había dicho, era para taponarme la nariz y así parar el torrente de sangre que salía por ella, pero, ¿para qué era el alcohol?
Intenté no pensar en ello y me centré más en su voz, que sonó confusa y amortiguada, como si estuviese atrapada ella en una urna y yo tuviese los oídos tapados con algodones muy gruesos.
Yo seguía sin distinguir nada, reconocí a la primera silueta acercándose a mí y sentándose a mi lado en la cama. No me tocó, pero si lo hubiese hecho estaría gritando de dolor debido a su piel. Esta desprendía tanto calor como si fuese un radiador encendido al máximo, y lo que menos necesitaba ahora era más de lo mismo.
Extendió su brazo hacia atrás abriendo la mano mientras otra silueta se acercaba. Había más de una persona allí.
Esta era grande, muy grande, superaba con diferencia a la primera, podría haberse confundido, en mi estado, con un oso debido a su piel morena. La sombra le tendió algo sin decir nada, debían de ser el papel y el alcohol que había pedido antes. La chica solamente me tendió un trozo un pañuelo y yo no supe reaccionar, entonces, ¿qué pasaba con el alcohol?
No veía del todo bien y tampoco escuchaba con claridad, así que estabaconfundida, decidí hablar sin saber si las palabras que iba a decir iban a salir como yo pretendía.
-E…est…estoy“pedida”. No, veo ni…oigo “ben”.-dije.
Sabía que no lo había dicho correctamente, porque en el momento en que iba hablando, las palabras me venían a la mente de forma torpe, había dado una idea un poco extraña de mí, una completa estúpida a la que le sangraba la nariz, no veía ni oía nada y tampoco sabía ni siquiera hablar, lo estaba bordando.
-¿Qué demonios la pasa en la boca?-oí decir a alguien, en su voz pude percibir algo que le hacía gracia aunque esta sonaba mucho más lejana que la de la chica que se encontraba a mi lado y la de la silueta que la precedía.
¿Otra persona más? Si que levantaba expectación.
En aquella pequeña habitación había demasiada gente, una chica, alguien tan grande como un animal y alguien a quien le hacía gracia mi voz, ah y yo.
-A dicho que está perdida, que no ve ni oye bien.-esta voz venía de alguien más cercano, probablemente del grandote.-Lo veo lógico, ¿no?. ¿Cuánto tiempo lleva tirada en el bosque?
-Jacob, shhh.-dijo la chica que estaba sentada conmigo en la cama.-Acaba de despertarse y es muy probable que no recuerde nada, ¿cómo quieres que se tome eso que has dicho?
En cierto modo, la chica tenía razón. Enterarme de pronto que había estado una noche entera o, quizás más, en el bosque inconsciente no era, precisamente, el significado de levantarse y que te den una agradable sorpresa. Me podía haber pasado cualquier cosa, un oso, un lobo o un puma podrían haber acabado con mi vida y nadie se hubiese enterado, pero también quería saber todos los detalles posibles de lo que había ocurrido aquella noche.
La chica me limpió la nariz con suavidad intentando no tocarme con aquella piel ardiente. Mientras lo hacía, aspiré el olor del pañuelo para saber si este estaba impregnado de alcohol, pero aquello olía simplemente a papel y a la sangre que este absorbía. Después de manchar tres o cuatro trozos más, la chica se dio por vencida, la hemorragia no paraba y aquello parecía una matanza.
Mi ropa debía de ser un gran manto rojo y yo ya podía comprarles un juego de sábanas nuevas porque estas ya no servían ni para reciclarlas. Me tendió un trozo de papel nuevo pensando que sería mejor que me las apañase yo sola, y yo aprobaba aquella decisión.
Poco a poco recobré la vista a la perfección, ya pude verlo todo con gran detalle. La chica que se encontraba a mi lado tenía la piel blanca, pero no tan pálida como para ir a tomar el sol y ponerse roja, en ella había color, tal vez debido al calor que desprendía esta. Era muy guapa, con el pelo castaño al igual que sus ojos, unos ojos grandes. Con unos labios perfilados de forma perfecta que dejaban ver una sonrisa a su vez también perfecta.
Al otro lado del cuarto, también próximo a la cama, el chico con apariencia de animal. No estaba del todo equivocada al compararle con un oso. Era muy grande y tenía el pecho-muy bien depilado-totalmente al descubierto, con unos enormes músculos, tendría veintisiete años tal vez, aquello sí era una agradable sorpresa. Si había sido él el que me había sorprendido con la noticia de haber estado tirada toda la noche en el bosque, lo perdoné rápidamente, no podía enfadarme con un chico que estuviese tan bien, además, era muy guapo, de piel mucho más morena que la de la chica, tenía apariencia de nativo, pero no tenía el pelo largo como el de los antiguos que vivían en tipis.
Y, al fondo, en la puerta, un chico de no más de diecisiete añosde edad estaba aguardando también sin camiseta, podría ser perfectamente el hermano pequeño del otro, su pelo era también más corto, y era algo más bajo. Sus músculos no eran tan grandes como el del chico mayor, eran más fibrosos.
Les fui mirando uno a uno mientras les sonreía, pero creo que ellos no vieron mi expresión debido al papel ensangrentado que me tapaba nariz y boca, aun así, uno a uno me devolvieron la mirada también con una sonrisa. Parecían muy agradables todos y, tan solo por ese gesto ya me caían bien, no se veía nada malo en todos aquellos ojos marrones.
La hemorragia por fin paró y lo único que quedaba en mi cara era un rastro de sangre reseca que me quité frotándome con la minúscula parte del papel que no estaba manchada. La chica me tendió la mano para que la entregase el pañuelo y así tirarlo a la basura. Lo cogió, se levantó, lo echó a una papelera metálica junto con todos los demás que había utilizado y, seguidamente, lo roció con un líquido transparente que le entregó el chico de la puerta.
¿Para eso era el alcohol?, no les debía de gustar la sangre y por eso tenía que comprarles sábanas limpias, si había manchado de forma indirecta también el colchón, se lo pagaría encantada.
-Ve a por cerillas, Seth.-dijo la chica girándose hacia la puerta para hablarle al chico que se encontraba allí.
De modo que se llamaba Seth, y creí haber escuchado otro nombre cuando estaba taponada, Jacob tal vez. Seth el de diecisiete y Jacob el de veintisiete, les pegaban los nombres.
Seth salió corriendo de la habitación para traer las cerillas, perfecto, más calor. Allí alguien iba a morir asfixiado y todo apuntaba a que sería yo.
Tendría que seguir en Washington, ¿no?, allí siempre hacía frío, aunque saliese el sol, en cambio yo entraría en breve en combustión.
Moví la cabeza en busca de alguna pista que me lo demostrase. La luz del astro rey se había vuelto de un color verdoso, como si se filtrase entre las ramas de árboles con mucho follaje. ¿Me encontraba en una casa en medio del bosque? Ya haría preguntas, mientras tanto decidí no impacientarme.
El chico volvió con una pequeña caja de cerillas que le entregó a la chica, todavía no sabía su nombre.
Esta la cogió, sacó una y la encendió con cuidado para no quemarse. Después la tiró a la papelera de metal y, de esta salió una llama que debió de incinerar al momento los residuos que había dentro.
Fui notando el calor que se hacía cada vez más intenso, me pondría a sudar de un momento a otro. Me toqué la frente, la cara, el cuello y, cuando quise bajar más, había algo que me lo impedía. Llevaba puesto un abrigo muy grueso, aquel era el motivo de mis sofocos, aquello era también lo que se había manchado de sangre, también tendría que comprarles uno nuevo, porque no era mío. Inspeccioné el interior abriendo el cuello de este para averiguar si llevaba algo más debajo, no me faltaba nada, camiseta de manga larga y pantalones vaqueros, mi estilo habitual. Lo desabroché deprisa y me lo quité, lo puse a un lado de la cama donde no había sangre, no quería mancharlo más.
Levanté la mirada y allí vi a tres completos desconocidos que me observaban detenidamente con ojos expectantes.
-Os compraré unas sábanas y un abrigo nuevo, lo prometo.-dije mientras señalaba ambas cosas con las manos, estaba muy avergonzaba, me recogían y encima le manchaba las cosas, yo tenía ese don.
-¿Un abrigo?-dijo la chica mientras se acercaba a la cama para mirarlo con detenimiento.-El abrigo no es nuestro.
-Mío tampoco.-contesté desconcertada.
De modo que alguien me había plantado un abrigo encima para que no cogiese frío en medio del bosque. ¿Qué había ocurrido la noche anterior?
-Bueno,¿empezamos con las presentaciones?-dijo el grandote.
-Yo soy Seth Clearwater.-dijo el chico del fondo señalándose con las dos manos.-Yo, señorita, he sido el que te ha rescatado de la peligrosa noche.
-Dilo todo Seth, no tengas morro.-le instó el otro.
-Bueno, no he sido yo solo, me ha ayudado otro chico, luego vendrá.-dijo mientras miraba con recelo a su compañero, aunque esbozaba una amplia sonrisa.
-Así me gusta. Soy Jacob Black.-dijo el musculoso mientras se acercaba a la chica y la agarraba de la cintura. Era su novia, seguro.-Y te encuentras en nuestra casa.
Sí, era su novia, hacían buena pareja, aunque, ¿cuantos años se llevaban? No era algo que me preocupase, la edad nunca me pareció ningún impedimento.
-Y yo soy Bella Swan.-dijo la chica, por fin sabía su nombre, este era italiano, pero no parecía tener acento.
Los tres me habían dicho sus nombres, por tanto, ahora me tocaba a mí, nunca me gustaron las presentaciones, no se me daban bien. Me incorporé en la cama, les miré a todos, respiré hondo y dije lo principal.
-Yo soy Eva Jones, la ocupa que se encuentra en vuestra cama.
Al parecer les hizo gracia, Seth se río a carcajadas mientras que Jacob y Bella diseñaban en sus caras pequeñas sonrisas.
Cuando las risas cesaron el chico de la puerta se acercó a la cama y dijo:
-¿De dónde eres Eva?-preguntó a la vez que se sentaba a los pies de donde me hallaba.
-Bueno, soy de Los Ángelespero-tragué saliva porque iba a nombrar a donde me había mudado y, después obtendría la contestación de si me encontraba en el mismo estado donde vivía actualmente o estaba en cualquier otro.-Ahora vivo en Forks, está en Washington.
-Bien, es de aquí.-dijo Jacob girándose hacia Seth mientras le dedicaba una sonrisa de alivio y soltaba a la chica.-Se me pasó por la cabeza que sería un problemón que fueses de cualquier otro sitio, porque, ¿qué harías aquí?
-Lo mismo pensaba yo.-le contesté con un suspiro.-Entonces, ¿sigo en Forks?
-Sí, así es.-dijo Bella acercándose hasta sentarse a mi lado en la cama-Bueno, estás más cerca de La Push, pero sigues en la zona. Dinos, ¿qué haces aquí?
-Pues, no lo recuerdo-le dije cuando posaba una de las manos en la cabeza.-La verdad es que no recuerdo mucho, sombras, voces de personas, un bosque.
-No recuerdas lo que hiciste antes de despertarte aquí.-dijo Seth.
Negué con la cabeza mientras le miraba.
-Saliste de fiesta, ¿verdad?-dijo mientras se echaba para atrás y se apoyaba en sus brazos, dejó escapar de sus labios una sonrisa de satisfacción.-Te pillaste una gorda y no recuerdas nada, que malo es beber.
Me hizo gracia, aquel chico era muy simpático y lo que dijo no iba para hacer daño, sino en forma de broma, además, aquello tenía sentido, pero yo no bebía alcohol.
-Tu teoría es muy buena-le dije con una sonrisa- pero yo no bebo alcohol.
-Claro-contestó mientras me guiñaba un ojo.-Nada de alcohol.
Estaba completamente de broma, solo pude reírme de aquello, me gustaba su humor, tenía pinta de ser un buen chico, el que se ofrece para animarte en un momento duro, te conozca o no.
-Seth, no la agobies, oíste a Alice.-le dijo Jacob cruzándose de brazos y dando a entender que se habían acabado los chistes.
El chico se enfurruñó y yo le dediqué una sonrisa con la intención de decirle con ella que no importaba que hiciese aquello. Pareció entenderlo perfectamente y volvió a sonreír.
-Bueno, ya te acordarás de algo-siguió la chica.-Ahora vas a desayunar, te parece.
Su voz sonaba amable y muy dulce, me habían encontrado unas personas bastante agradables. Bella y Seth se levantaron del lecho y se encaminaron hacia la salida, Jacob les siguió cuando ellos ya habían desaparecido, bajo el marco de la puerta se giró hacia mí y dijo:
-Te esperamos en la cocina, está junto al salón, cruzando el umbral de esta puerta hacia la izquierda.-y después de esto se marchó tal y como había dicho segundos atrás, hacia la izquierda.
Me quedé allí sentada un rato más, asimilando los pequeños datos que había obtenido en aquellos minutos. Los nombres y los rostros de los desconocidos, el lugar en el que me hallaba, lo poco que sabía de mi noche anterior, etc. Solo podía esperar para ver como se iban desarrollando los acontecimientos que habían ocurrido en tan corto plazo de tiempo.
Me senté en el borde de la cama y apoyé los pies en el suelo, otra incógnita, ¿qué hacía descalza? El suelo era de piedra, pero no era muy fría, podía plantar los pies sin congelármelos. Me puse en pie y todo me dio vueltas, mi manía de levantarme deprisa. Reposé mi mano sobre la pared más cercana y agaché la cabeza cerrando los ojos. Esperé para abrirlos y que todo se colocase donde estaba en un principio.
Volví a incorporarme y una voz salió de otra parte de la casa.
-¿Te encuentras bien?-dijo Bella en tono alarmado.-Seth, te importa ir a por ella.
-No, Bella, me encuentro bien, no pasa nada.-la grité desde allí dirigiéndome rápidamente hacia la puerta que daba a otra zona del inmueble.
Pero Seth ya estaba allí esperándome con una sonrisa burlona.
-Mademoiselle, la acompañaré hacia la cocina.-dijo tras levantar la cabeza, pues había hecho una reverencia muy pronunciada.
Yo le respondí con otra mientras le respondía:
-Muy amable por su parte, monsieur.
Ambos nos echamos a reír después de esto, era un chico de diecisiete años que parecía simpático y solo intentaba hacerme estar alegre, además, él parecía ser siempre así.
Me acompañó por un corto pasillo hasta llegar al salón y detrás de este se encontraba la cocina. Allí estaban Bella y Jacob desayunando huevos y zumo, yo era más de dulce por las mañanas, pero estaba hambrienta y no iba a poner ninguna pega porque, yo era una invitada inoportuna.
-¿Dónde están tus zapatos, Eva?-me dijo Jacob al mirarme los pies descalzos.
-No lo sé, creí que los tenía, pero…
-Mírate la parte de atrás de la espalda por si acaso también has despertado sin un riñón.-dijo Seth cuando se sentaba en una de las sillas que había al rededor de una mesa redonda.
Miré alarmada en busca de cicatrices en los riñones, pero no vi nada, también me palpé con las manos aquella zona y tampoco sentí algo que me indicase alguna que había cicatrices.
Los dos chicos se echaron a reír cuando vieron terror en mi cara y miraban como tocaba mi espalda alarmada. Yo les fulminé con la mirada tras explorar mi cuerpo pero ellos seguían riendo a carcajadas.
-No les hagas caso, Eva.-dijo Bella intentando ignorarles-Ven, siéntate a la mesa. ¿Qué prefieres, huevos o cereales?
-Si me das a elegir, prefiero los cereales.
Me acerqué a la mesa y me senté en la silla que se encontraba frente a la de Jacob que seguía riéndose pero de forma menos estruendosa. Seth se había levantado y ahora estaba en la cocina sirviéndose el desayuno, volvió a la mesa con un plato lleno huevos y salchichas, dispuesto a devorarlo se vio interrumpido por la voz deJacob.
-Ve a la habitación y apaga el fuego de la papelera.-dijo mientras le tendía un vaso lleno de agua.
Ya no me acordaba de que minutos atrás me había estado sangrando la nariz y los papeles manchados habían sido quemados, ¿dónde tenía la cabeza?, tendría que haberme acordado de aquello, lo que había en los pañuelos era mi sangre. Tenía que aclararme como fuese.
Seth salió del cuarto y en segundos volvió con el vaso vacío y con gran ansia por comer, pero Jacob lo volvió a interrumpir diciéndole:
-Sal fuera y avisa a Quil y a Embry de que no vengan hoy por aquí.
-Si es por mí, tranquilo. Yo me marcharé en seguida.-dije rápidamente.
Sabía que el motivo de que aquellos dos chicos no fuesen a aquella casa era por mi presencia.
-Eva, no te preocupes.-me dijo Bella dejando un tazón lleno de cereales encima de la mesa.-No resultas ninguna molestia, además, últimamente esta zona no es muy segura, así que cuando quieras irte, Jacob te llevará a donde necesites.
-De verdad, no quiero causaros molestias, no es necesario.
-Por favor, Eva-dijo Jacob volviéndose hacia mí.-No es seguro y estaremos también más tranquilos nosotros.
Asentí recogiendo sus palabras con muchísimo aprecio. Eran, sin duda, unas personas muy amables, había tenido muchísima suerte. ¿Podríamos convertirnos en amigos?, esperaba que sí, pero solo nos conocíamos de aquello y, yo me iría pronto, tampoco quería abusar de ellos.
Seth salió por la puerta hacia la calle y le vi correr en dirección al bosque mientras se tocaba los pantalones, ¿qué estaría haciendo?, tal vez sus amigos Quil y Embry viviesen cerca.
Volví la cara hacia el desayuno que me había preparado Bella. Cereales normales y corrientes con leche, lo que yo solía comer por las mañanas. No era lo mío desayunar huevos con beicon y salchichas y algo de zumo, me gustaba más lo dulce: tostadas, cereales, tortitas o un café.
-Bella, ¿tú no desayunas?-dije preocupada observando que ella se sentaba en la mesa sin comer nada.
-No, comeré algo más tarde.-contestó devolviéndome una sonrisa.
Seth entró por la puerta del salón poco después de que yo terminase de beber la leche del tazón. Parecía nervioso y algo angustiado. Se sentó a la mesa para comer por fin lo que tenía en el plato, aunque estaba frío se lo comió encantado, parecía realmente hambriento, como si no hubiese comido en días.
-No vendrán por aquí en todo el día, no te preocupes.-dijo Seth con la boca llena de comida.
En cierto modo me sentía culpable, había arruinado los planes de esos chicos, a lo mejor tenían algo importante que hacer, porque, al fin y al cabo, eran chicos normales, podrían ir a la playa, o de senderismo, o, simplemente iban a ir al cine. Yo tenía el don de la ubicuidad. Era perfecta para estar en los momentos menos oportunos.
-¿No te has encontrado a nadie más?-dijo Jacob mientras se levantaba para dejar su plato vacío en la pila del fregadero de la cocina.
-No te preocupes, Jacob-dijo Seth levantando la mirada del plato de comida.-No había nadie más, pero seguro que se ha enterado.
Sus palabras no tenían sentido para mí, pero Jacob pareció entenderlas, al igual que Bella, que se relajó al escuchar las últimas palabras, “pero seguro que se ha enterado”.
¿Quién se había enterado?, probablemente algo que a mí no me incumbía y decidí que era mejor no preguntar por aquello y pensé en entablar una conversación con ellos, algo que a mí me interesaba porque trataba de eso.
Me levanté de la mesa sin hacer ruido, cogí el bol vacío y lo llevé donde también estaba el plato donde había desayunado Jacob, al fregadero. Volví a sentarme donde estaba y pregunté:
-¿Dónde me encontrasteis?
Bella miró a Jacob y este a su vez, miró a Seth que tenía la boca llena. Nos reímos de aquella expresión tan divertida y este también se rió, pero con más cuidado para no atragantarse. Después de un tiempo, tragó la comida y contestó a mi pregunta:
-Pues, estaba yo caminando por el bosque cuando,-miró a Jacob con una expresión de ayuda, él le guiñó un ojo, como si confiase en la historia que iba a contar-oí a alguien. Me dirigí allí corriendo, la voz del chico sonaba muy fuerte, como si estuviese gruñendo. Recuerdo que llegué a un claro pequeño de la zona, algo más alejada de aquí, pero relativamente cerca.
*Tú estabas en el suelo tumbada con un abrigo encima-el abrigo de antes-y alguien estaba a tu lado, mirándote. No se movía y a mí no me daba buena espina, me acerqué para ver quien era y, solo se trataba de un chico al que conocemos. Miré haber si te pasaba algo, si te encontrabas herida, pero tranquila, fue de modo superficial.
*Como no encontré nada extraño, te cogimos y decidimos traerte aquí, era el lugar más cercano que conocíamos y, también el más seguro. Aquí te acostamos en la cama y minutos después despertaste. Fin de la historia.
-¿A qué hora me encontrasteis, más o menos?
-Pues, no sé exactamente, pero sabemos que te despertaste a las ocho y cinco.
Giré la cabeza de un lado a otro buscando algún reloj. En una estantería cerca del televisor había uno digital, marcaban las diez y veinte, que rápido pasaba el tiempo en aquel lugar.
Me dispuse a hacer la siguiente pregunta que me inquietaba.
-¿Dónde estoy?, es decir, sigo en la zona, pero más cerca de La Push me habéis dicho, ¿verdad?
-Exacto.-dijo Jacob.-Te encuentras más cerca de la reserva Quileute, en La Push, que de Forks, pero sigues en Washington. Aunque no en la reserva, donde están todos, sino en medio del bosque.
-Me alegra saber que sigo en el mismo estado.-dije mientras les dedicaba una amplia sonrisa.
-¿Con quién vives en Forks?-me preguntó Bella.
-Con mi hermana mayor Jessica.
-Estará preocupada, ¿no?-dijo Seth comiéndose la última salchicha que le quedaba en el plato.
-No, me deja bastante libertad. No está constantemente encima de mí. No quiere agobiarme.
-Pero, ¿qué edad tienes?-volvió a preguntar Seth mientras se levantaba para dejar el plato también en la cocina.
-Tengo veinte, cumplidos en Abril.
-Los aparentas, ni más ni menos.-dijo Seth volviendo a la mesa a modo de cumplido.
Le sonreí de oreja a oreja, ese chico me gustaba, de algún modo, ya me había caído bien, no le olvidaría en mucho tiempo.
-Eva, si te vas acordando de algo, cualquier cosa, ¿nos lo dirías?-dijo Jacob intrigado.
-Sí, claro. Si eso me ayuda a averiguar que pasó, sin duda.
Se hizo el silencio, volví la cabeza para mirar el reloj y este daba ahora las once menos veinticinco, aquí el tiempo pasaba muy deprisa, volando.
Seth se levantó y se dirigió hacia la salida dispuesto a cruzar la puerta que daba a la calle, pero antes se volvió hacia Jacob y le hizo una señal. Este le dirigió una mirada y rápidamente se fue hacia él. Los dos salieron de la casa y les pude ver como se dirigían corriendo al bosque, Seth volvía a tocarse los pantalones, ¿le molestarían al correr?
-Bella, ¿te importaría que tomase una ducha?-la pregunté.
-No, por supuesto que no. Yo te prestaré algo de ropa limpia y te lavaré la que tienes, está manchada de barro y algo de sangre, así que…
-Respecto a la sangre,-la corté-lo siento. Te juro que te compraré sábanas nuevas.
-No te preocupes por las sábanas, las lavaré ahora también.
Nos quedamos calladas algo de rato. Después, Bella se levantó y se dirigió a la puerta.
-Eva, el cuarto de baño se encuentra al lado de la habitación, a la derecha.
Me puse en pie y fui en la dirección que me habían dicho cruzando del salón al recibidor y de este al pasillo que daba al baño. Bella me siguió de cerca hasta allí. Abrí la puerta y dentro había un cuarto pequeño con lo mismo de todos los baños. Un retrete, un bidé, un lavabo insertado en un armario y con un espejo encima, un toallero y una ducha, lo mismo que en todos los baños del mundo.
-Te traeré la ropa y las toallas, enseguida vuelvo.
Se marchó con paso decidido y yo me quedé sola allí. Me miré en el espejo y no tenía buen aspecto. Era como si hubiese estado retozando en un campo de tierra mojada. Mi ropa era un desastre, algunas gotas de mi sangre, manchas de polvo y hierba en los pantalones y en la camiseta y, juraría que esta estaba algo húmeda. Mi pelo estaba hecho una maraña, totalmente enredado y mi cara estaba oscura y algo manchada de sangre todavía. El contorno inferior de los ojos tenían sombras negras, había amanecido con ojeras, algo normal en mí.
Mientras me limpiaba la cara con algo de agua, Bella entró en el baño conropa limpia, seguramente suya y dos toallas blancas, una para la cabeza y otra para el cuerpo. Me lo dio todo, y antes de que se marchase la retuve unos minutos para hablar con ella.
-Bella, ¿podría preguntarte algo?-la dije.
Ella asintió y me dirigió una mirada de desconcierto. En realidad no era una pregunta muy importante, pero me había llamado la atención aquel movimiento, aunque podría imaginarme el por qué de este.
-¿Por qué quemasteis los pañuelos ensangrentados?, es por pura curiosidad, hay gente a la que le marea la sangre, no puede con el olor y vomita, pero, los tres estabais bastante cómodos, pero a la vez preocupados.-Bella me miraba con los ojos llenos de asombro, no se esperaba aquella pregunta.-No pasa nada si no me contestas, no la tenía que haber hecho, olvídalo.
-No, no pasa nada, es solo que…no me lo esperaba. Hay gente por la zona a la que no le resulta fácil estar cerca de la sangre.
-Ah, sí, lo entiendo. A mi madre no le gustaba, se ponía malísima cuando la veía.
Ella sonrió y dijo:
-Pensé que me ibas a preguntar por Jacob y Seth, su salida a la calle tan mal disimulada.
-Sí, me he dado cuenta de esa escabullida tan bien preparada-dije con sarcasmo, a Bella la hizo soltar una risa tímida.-Pero, sabía que no era asunto mío, no soy de las que se meten en la vida de los demás, y supuse que sería algo de cuando Seth salió para hablar con vuestros amigos Quil y Embry se llamaban, ¿no?
-Sí, Quil y Embry. Bueno, voy a dejar que te duches y cuando estés lista sales. Te he dejado un pantalón vaquero, una camiseta de manga larga y ropa interior limpias, y las dos toallas. Tienes el gel y el champú dentro de la ducha y, eso es todo.
Dicho esto, se marchó echando una última ojeada al cuarto, cerró la puerta y me quedé otra vez sola en aquella habitación.
Coloqué el montón de ropa de Bella debajo de las toallas que iba a utilizar para secarme, lo puse en el mueble del lavabo y empecé a desnudarme. Tiré la ropa sucia a un rincón y me metí en el plato de ducha. Abrí el grifo del agua caliente al máximo y luego regulé la temperatura abriendo el frío, no quería más calor.
Tardé aproximadamente unos veinte minutos, también les pagaría la factura del agua de ese mes.
Una vez limpia, salí y me envolví en la toalla más grande y luego me sequé el pelo con la pequeña. Una vez me sequé por completo el cuerpo me enfundé la ropa que me habían dejado, Bella y yo teníamos la misma talla. Recogí mi ropa de la esquina y me decidí a salir al pasillo. Fui directa a la cocina y allí encontré a Bella que estaba metiendo las sábanas manchadas de sangre en la lavadora. Me acerqué y la hice una señal con la mano en la que tenía la ropa. La cogió y también la metió en la máquina antes de encenderla. Una vez activada se fue al frigorífico y saco una lata de Coca-Cola, me ofreció otra a mí y yo la acepté, después se dirigió al salón y se sentó en un gran sofá de color verde, la seguí y me senté junto a ella con la lata abierta en la mano. Volví a mirar el reloj, ya eran las once y diez.
-Bueno, Eva, ¿qué quieres preguntar?-me dijo Bella tras beber un sorbo de la lata.
Aquello me pilló desprevenida, ¿a qué venía aquello?, ¿tanto se notaba que quería hacer tantas preguntas como fuesen necesarias? Yo también pegué un trago al refresco y me aclaré la voz para decir:
-Se nota mucho.
-Solo un poco, dime.
-Cuéntame algo de tú vida, algo que no te importe contarme.
-Bueno, pues memude con Jacob aquí hará dos años, por lo menos, no lo recuerdo muy bien. El caso es que me di cuenta de que él sería la persona con la que pasaría el resto de mi vida.
*Esta cabaña la construyeron unos amigos míos, en principio iba a tener otra utilidad, pero debido a varios acontecimientos que pasaron después, decidieron regalárnosla. Por aquí suele pasar mucha gente a lo largo del día, a pesar de que está entre la reserva y Forks, en mitad del bosque.
-Vaya, vivís en mediode la naturaleza. ¿No hay osos o lobos por aquí cerca?, recuerdo que hace un tiempo hubo varios avisos de gigantes animales que se comían a la gente.
-Sí, fue una época de mucho dolor. Pero no se han vuelto a ver a aquellos animales. Y los que más se suele acercar por aquí son lobos.-dijo a la vez que dejaba escapar una sonrisa despreocupada y graciosa.-Están controlados., Jake es el que se encarga.
Bebí otro trago mientras la observaba detenidamente, había algo en la conversación que la hacía gracia. El tema de los lobos parecía no molestarla mucho, estaba segura de que la agradaban.
Permanecimos calladas mientras tomábamos más refrescos de cola, hasta que el silencio se vio perturbado por una alarma. Miré a los lados en busca del sonido, pero cuando me quise dar cuenta, este cesó. Volví la cabeza para mirar a Bella que ya no se encontraba a mi lado, sino cerca de la televisión apagada, en sus manos descansaba un reloj, el mismo reloj que había mirado yo muchas veces antes para consultar la hora. De aquel pequeño reloj digital salió un sonido que avisaba que eran las doce. Debió de ser una alarma programada porque solo le oí esa vez en toda la mañana.
-Jacob y Seth estarán al llegar.-dijo Bella mientras se volvía.-Voy a salir a fuera un momento, no tardo.
Yo asentí y ella salió de la habitación hacia el pasillo y de este a la calle. Me asomé por la ventana que había allí para verla, pero no vi nada, solamente los árboles del bosque. No se percibió movimiento alguno. ¿Habrá ido por otro sitio?
Vacié la lata bebiendo el último trago y lo llevé a la cocina para tirarlo a la basura. Estaba sola en la casa de unos desconocidos, no podía hacer nada más que esperar a que alguien llegase.
Regresé al salón y me detuve ante la única estantería que había allí, a la derecha del televisor. Este era de madera de roble ya muy viejo, allí estaba el reloj digital de antes, solitario en una balda. También había libros de poesía y algunos clásicos: Orgullo y Prejuicio, Romeo y Julieta, Cumbres borrascosas o Sueño de una noche de verano. En las otras había adornos decorativos y marcos llenos de fotos. Me quedé mirándolas una a una, vi todas las caras llenas de felicidad, Bella junto a Jacob, Jacob con Seth y dos chicos más, todos ellos sin camiseta, Bella junto a una chica joven, me quedé mirando la foto con suma curiosidad, más precisamente a la mujer que no reconocía de lo foto. Ella tenía la piel mucho más pálida que Bella, era bajita y delgada, con el pelo de color negro, corto y alborotado, con las puntas hacia distintas direcciones. Sus ojos tenían el mismo tono que el topacio. Tenía una belleza misteriosa, parecía frágil pero había algo en ella que decía lo contrario. Ambas me sonreían desde el marco y yo les devolví otra igual de amplia.
Posé la imagen donde estaba en un principio y seguí observando las demás. Un hombre con un traje de policía, lo reconocí en seguida, eran el jefe de policía de Forks, Charlie Swan, “de modo que estoy en la casa de la hija del jefe Swan, estupendo”, me dije a mí misma de forma sarcástica.Supe quien era porque era el hombre que iba de vez en cuando a la academia de policía de allí para darnos algunas charlas sobre los ciudadanos, la justicia y deber policial.
Desvié la mirada de aquella fotografía y la fijé en otramucho más grande que las demás, esta fue la que me llamó la atención. Muchas personas enfrente de una caballa de piedra, parecía una foto familiar, reconocí a Jacob agarrando por la cintura a Bella en el medio de los demás, Seth a la derecha de la pareja, al lado de su amigo Jacob, y a la derecha de Seth se encontraban seis personas más, cinco de ellos chicos tan grandes y morenos como los dos anteriores, y, todos vestidos solamente con pantalones pirata, la otra persona que quedaba era una mujer, no muy alta pero igual de morena que los otros, también llevaba pantalones pirata, pero ella era la única que llevaba una camiseta, esta tenía el pelo liso cortado a media melena, se parecía más que los demás a Seth, estaba segura de que ella era su hermana. Y, al lado de Bella, a su izquierda, la chica de la foto anterior volvía a mantener una sonrisa de oreja a oreja, y al lado de estas seis personas más de las cuales solo conocí al doctor Carlisle Cullen, “tienen una familia muy completa”, dije en voz baja. Los que se encontraban al lado de Bella debían de ser la familia del doctor Cullen, todos ellos pálidos, con los ojos amarillos y aquella belleza propia de dioses. Había una diferencia de color bastante notable, o muy morenos, o muy pálidos. Miré a todas y cada una de las personas que se mostraban sonrientes en la imagen y solo uno se llevó toda mi atención. Un chico de la familia Cullen, se encontraba al lado del doctor, con una media sonrisa. Tenía el pelo despeinado y de color cobrizo, y los ojos del color del oro líquido, su nariz recta y sus labios redondeados le hacían insoportablemente hermoso. Era casi tan alto como el doctor aunque más musculoso que este. No pude seguir admirando la imagen porque un destelló salió del bosque y me hizo dirigir los ojos hacia allí. Me asomé por la ventana para ver que me había cegado y distraído, pero no vi nada. Retrocedí otra vez hasta el puesto que había ocupado antes en el sofá y me senté.
Eran las doce y cuarto, hacía quince minutos Bella se había marchado a la calle y me había dejado sola.
Me recosté sobre el respaldo poniendo las manos en la nuca, cerré los ojos e intenté recordar qué había ocurrido la noche anterior.
Hice un gran esfuerzo por volver atrás en mi memoria hasta acordarme de que salí el sábado por la noche con algunos amigos del pueblo. Nunca probé el alcohol, ni el tabaco ni mucho menos las drogas, así que aquella noche no iba a hacer una excepción. Salimos a Port Ángeles, a una discoteca que conocían mis acompañantes. Entraríamos allí a la una o las dos de la madrugada del domingo, bailamos hasta que empezaron a montar bronca un amigo mío y el portero de la entrada, “Albert, tú en tu línea”, me dije. Por su culpa nos echaron a todos.
Elissa y yo fuimos las únicas que no bebimos, así que nos tocó conducir de vuelta a Forks. Dejé a los demás en sus casas a las cuatro y veinticinco, recordé la hora porque me llamó mi hermana Jessica, “si llegas a casa, no te preocupes cuando yo no esté, me voy con Ben dos días a Seattle” me dijo.
Llegué a casa a menos veinticinco, aparqué el coche en la puerta del garaje, me quité los zapatos de tacón y subí los escalones que daban al porche cuando me vino un olor a quemado detrás de la casa. Dejé los zapatos en la puerta…
-Ya sé donde dejé mis zapatos,-dije dando un salto del sofá y poniéndome de pie me miré los pies descalzos.-Con algo de suerte seguirán allí.
Volví a sentarme y a cerrar los ojos para centrar otra vez la historia:
Fui bordeando la casa hasta llegar a la parte de atrás, pero no encontré ningún fuego, el olor salía del bosque, aunque no olía a madera quemada, sino que era dulce, muy dulce, como si estuviesen en el fuego muchas chucherías, las típicas esponjas de dulce de caramelo.
Corrí hacia el bosque con el móvil en la mano y…no recordaba nada más. Me incorporé y puse las dos manos en la cabeza mientras me apoyaba con los codos en las rodillas desviándome hacia delante. Traté de pensar cómo seguía la historia, pero solo venían imágenes oscuras, sombras de personas y la voz de un hombre. Esta sonaba como un tenue suspiro, y las palabras que empleaba tenían un rasgo de antigüedad, como de otra época, pero no podía recordarlas.
Me estaba quedando dormida recordando todo aquello, a pesar de haber estado inconciente y llevar ahora bastantes horas despierta, una niebla sembraba mi mente de caos. Me volví a recostar y cerré los ojos dejando que aquella espesa neblina me inundara por completo dejándome dormida, entonces me encontré soñando.
Estabaen el bosque, pero ahora era de día, hablaba con el doctor Cullen pero, detrás de este, todos los chicos morenos con el torso desnudo que se encontraban al lado de Seth en la foto estaban allí,-menos Seth y Jacob- protegiéndole. Miré a mi espalda y me encontraba sola, por tanto, los chicos intentaban defender al señor Cullen de mí, yo era la amenaza. Volví a mirar para atrás y, ahora se encontraban flanqueándome, Bella y la única chica que estaba al lado de los amigos de Jacob, y detrás de ellas, el novio de Bella y Seth. Pero, de pronto, la luz que había en el sueño se vio arrastrada por una oscuridad intensa y volvía a estar sola, en aquel bosque. Me encontraba perdida, agobiada, una presión me impedía respirar, como si algo con mucha fuerza me retuviese, tampoco podía moverme. Por suerte, pude volver a respirar poco a poco, la presión disminuía y volvía a recuperar el control de mi cuerpo pudiendo moverme por fin, y cuando estaba a punto de cesar toda la fuerza, una gran quemazón me llenó el pecho, no podía gritar, quería que me quitasen aquel hierro candente que me atravesaba el tórax, pero allí no había nada y la quemazón se fue extendiendo hacia la espalda, yo seguía sin gritar. Ahora mi columna era una lengua de fuego que me llegaba hasta la nuca. Tenía que resistir todo lo que pudiese, el dolor terminaría y volvería a ver la luz. Finalmente el sueño terminó en un grito desgarrador y la imagen del destello que había visto antes en la entrada al bosque.
Me levanté corriendo del sofá y me dirigí al baño. Estaba empapada en sudor y sabía que el último grito que se oía en el sueño era mío y que lo había dado tanto en mi subconsciente como de forma física, ¿por qué lo sabía?, porque me había desgarrado la garganta. La tenía totalmente dolorida, me ardía y, no solo eso, el esfuerzo que había hecho al gritar tenía también como consecuencia el sabor a sangre.
Llegué al cuarto de baño sin saber si había alguien en la casa. Me abalancé sobre el lavabo y abrí el grifo de agua fría para refrescarme la cara. En aquel momento, el agua era similar a pisar el cielo. Aquella pesadilla había hecho mella en mi subconsciente. ¿Cuánto había dormido?, mirando la piedra dela pila, unas gotas de color carmesí mancharon el agua que estaba en ella, retenida por un tapón.
Aquel día iba a perder más sangre que en un mes entero.
Me lavé la nariz y cogí un trozo de papel para taponar el orificio de donde salía la sangre. Encontré lejía y un trapo en el armario que había allí y lo impregné todo con el producto. Froté con fuerza algunas manchas que habían caído en el suelo y luego volví a limpiar el lavabo. Cuando hube acabado, lo dejé todo donde estaba y comprobé que ya no me salía más sangre.
Antes de atravesar siquiera el marco de la puerta para ir al salón, un olor entró por mis fosas nasales que me hizo estremecer.

La próxima semana más.

martes, 19 de abril de 2011

Aquí va el primer capítulo de mi Saga Twilight: "El Olor"

-¿No oléis eso?
-Sí, es dulce, muy dulce. ¿Qué demonios puede oler tan bien?
-Vamos a ir a comprobarlo. Edward, Emmett venid conmigo. Esme, cielo, tu te quedarás aquí y esperarás a los chicos y explic…
-Yo no voy Carlisle, lo siento mucho, pero dudo mucho ahora mismo de mi fuerza de voluntad, hace días que no cazo, así que sería un gran reto mantenerme al margen.
-Sé que es difícil, incluso me está afectando a mí más de lo que me había imaginado. Bueno, Edward, tú si puedes venir, ¿no?
-Claro Carlisle, después de haber vivido tanto tiempo con Bella creo que seré capaz de soportarlo.
Entonces los dos vampiros salieron por la parte de atrás de la casa y fueron corriendo hacia la gran masa oscura de árboles. Se adentraron en la oscuridad de aquella fría noche de otoño a tientas, guiados tan solo por aquel olor delicioso que les hacía estremecerse.
El aire gélido les habría cortado la cara de haber podido a la velocidad que iban. Pasaban a través de los difusos árboles de tonos azulados bañados por la luz de aquella inmensa luna que, en pocos días se volvería totalmente llena. El objetivo se hallaba más lejos de lo que esperaban, saltaron el río que cercaba la casa sin gran esfuerzo y cayeron ambos con el sigilo característico de una pluma la posarse en el suelo. Dejando atrás el sonido de la corriente y acercándose más al punto de donde provenía el hedor, Carlisle dejó salir de su interior un rugido que le hizo pararse. Edward se detuvo seguidamente.
-Cuando lleguemos allí, si me abalanzo sobre el humano me obligarás a irme, a patadas si es necesario. -dijo el mayor de los vampiros de la familia.
-No creo que sea necesario eso. -le contestó su acompañante.
-Me acabas de escuchar, ¿alguna vez me has escuchado hacer eso por la sangre humana? Protégele.
-De acuerdo, pero no será necesario.
Con toda la rapidez a la que podían correr, se dirigieron hacia la escena donde se debería hallar el portador de aquella esencia tan apetecible. Les costó seguir un rumbo fijo y durante largo rato anduvieron en círculos, el olor les había embriagado tanto que no podían hallar la ruta adecuada. Perdieron la noción del tiempo hasta que por fin encontraron otra vez el rastro y ahora no les resultó difícil.
Más concentrados, volvieron a correr cruzando la espesura hasta una zona del bosque algo más iluminada por la luna que el resto. Los árboles formaban un círculo alrededor de una silueta oscura e inmóvil tumbada en el suelo. Ambos vampiros temblaban cada vez más a medida que se iban acercando al cuerpo.
-¿Qué hacemos Carlisle? -preguntó Edward de forma alarmante.
-¿Cómo te sientes tú? Crees que podrás llevarla a algún sitio seguro tú solo.
-A qué te refieres, no vas a venir conmigo.
-Edward, sé que sonará extraño, pero es la primera vez en mucho tiempo que el olor de un humano no me ponía tan sediento. No me voy a poder controlar si estoy tan cerca de eso. -dijo mientras se alejaba del cuerpo agazapado listo para saltar o para salir corriendo hacia la espesura-. Búscale un lugar seguro y antes de venir a casa quema tu ropa.
Después de estas palabras, el vampiro más adulto de la familia Cullen salía corriendo de forma grácil y silenciosa de vuelta a su casa.
Edward nunca había visto así a su creador, era extraño verle contenerse para no abalanzarse sobre un humano desprotegido que, ni siquiera estaba sangrando, ¿su olor era suficientemente excitante como para hacerle perder el control a un vampiro de casi cuatrocientos años que era capaz de tocar la sangre humana sin inmutarse?
-Si que debes de tener la sangre dulce. -le dijo Edward a la inerte persona- has hecho huir al vampiro con más control que conozco, solo tu olor lo ha hecho desaparecer.
Pero este tampoco se atrevía a tocarle, no parecía hacerle el mismo efecto que a Carlisle, podía estar allí perfectamente, claro que su olor era tan agradable que le abrasaba la garganta cada vez que este se filtraba por ella.
El viento que hacía mientras los dos vampiros corrían hacia allí se había esfumado, ahora, no hacía ni una brizna de aire, pero el frío no se había ido, seguía latente en el bosque.
Absoluto silencio reinaba allí hasta que Edward escuchó en su cabeza los pensamientos de Seth, el licántropo más joven de la manada de Jacob.
-Que aburrimiento, no sé por qué seguimos, o mejor dicho, sigo haciendo guardias nocturnas por el bosque. Ya no hay vampiros peligrosos por la zona, podría ir a casa de los Cullen a hacerles una visita…
Edward soltó un rugido agresivo para atraer la atención de Seth y que este se dirigiese para allá.
-¿Qué narices ha sido eso? Tal vez debería avisar a alguien en vez de ir yo solo…
Pero Edward volvió a rugir y esta vez de manera mucho más estruendosa, quería llamar su atención por encima de cualquier cosa. Solo quería su ayuda, ni la de Leah ni la de Jacob ni tampoco la de Bella, ahora ella se había convertido también en metamorfa y se había imprimado de Jacob, ellos solo eran amigos y solo podían mantener esa relación, Edward la había dejado marchar después de su conversión y ya nada podía hacer, él quería que ella fuese feliz y Edward ya encontraría a otra persona, para ello disponía de toda la eternidad.
Después de unos minutos muy cortos, un enorme lobo de color claro- no se distinguía bien su pelaje debido a los rayos grises de la luna- atravesó la espesura y se acercó corriendo hacia Edward muy desconcertado al ver un bulto en el suelo, inmediatamente debido al inconfundible olor y a los latidos de un corazón muy débil y una respiración silenciosa, el lobo, Seth, dedujo que lo que había allí tirado en el suelo era el cuerpo de una persona y, rápidamente se lo hizo saber al vampiro.
-Edward qué se supone que has hecho. Aléjate del cuerpo, ¿lo sabe Carlisle? Es una gran decepción, tío pensaba que eras diferente, ¿sabes acaso lo que significa esto? Tendréis que marcharos y no volver jamás porque os matarían, tanto mi manada como la de Sam, y créeme cuando te digo que ellos estarían encantados de hacerlo porque…
-Seth, en primer lugar cálmate y en segundo lugar está vivo, ni siquiera me he atrevido a ver que es.
-Pero, entonces, ¿qué ha pasado?, y ¿por qué estás tú solo, no ha venido nadie contigo?
-Sí, vino Carlisle, pero su olor es tan fuerte que, ni siquiera él lo ha podido soportar y se ha tenido que marchar.
-No me lo creo. -pensó el gran lobo mientras se reía por dentro-. Carlisle no ha podido resistir el olor y tú, un vampiro mucho más joven e inexperto que él, está tan tranquilo a su lado.
-Seth, por favor, compórtate quieres y, hazme un ligero favor.
-Claro, siendo tú el vampiro con más autocontrol y, por tanto, más fuerte del mundo. -dijo mientras inclinaba sus patas delanteras y bajaba la cabeza hacia él haciéndole una reverencia de forma exagerada.
-Cambia de forma y dime qué es, examina el cuerpo y, luego, te acompañaré a casa de Jacob y Bella para asegurarme de que está bien.
-De acuerdo. -pensó Seth-, enseguida vuelvo.
El lobo gigante se adentró de nuevo en la espesura y pasados unos segundo, en vez de un gran lobo de color claro, casi gris, salió un chico joven muy sonriente, con solo un pantalón como prenda, era moreno y con el pelo corto, no muy musculoso pero si bastante alto, era la forma humana de Seth.
Este se acercó a Edward, le saludó con la mano y acto seguido se dirigió hacia el cuerpo que se encontraba boca abajo en el suelo tapado con un gran abrigo negro. Le dio la vuelta y se trataba de una chica joven, de veinte años tal vez, morena y con el pelo largo y enmarañado, lleno de tierra y hojas secas que se le habían enredado en algunos mechones.
-Vaya, -dijo asombrado Seth- es muy guapa, me pregunto qué está haciendo aquí.
A Edward se le iluminó el rostro al verla. “Describirla solamente con la palabra guapa es quedarse corto, es preciosa”, pensó el vampiro y, antes de que se le notase que se había quedado prendado de aquella mujer añadió serio:
-Vamos a llevarla a casa de Jacob, quiero asegurarme de que se encuentra en un lugar seguro.
-Tío, a lo mejor, si la movemos la rompemos algo, como en los accidentes de coche que no hay que mover a los heridos por si acaso. Y, de todas formas, me has visto, no es por presumir, pero cuando soy lobo son tan fuerte como Sam, pero en mi forma humana mi hermana Leah es mucho más fuerte que yo, lo siento mucho pero o la llevas tú o llamamos a Jake.
-No pasa nada, intentaré llevarla yo, pero si eres tan fuerte como Sam en tu forma lobuna voy a necesitar que te vuelvas a convertir, solo por si enloquezco y me pongo agresivo.
-Hecho colega, pero estoy cansado de quitarme los pantalones cada vez que me tenga que transformar, ahora vuelvo, mientras vete haciéndote a la idea de no respirar por un tiempo.
Al terminar de decir esto echó a correr en dirección al bosque para entrar en fase.
Edward se encontraba allí, frente al cuerpo de la chica. Miraba con detenimiento cada parte de su rostro, sus párpados acabados en largas pestañas negras, sus mejillas oscuras debido a su piel morena. Su nariz respingona y su boca pequeña con aquellos labios carnosos, Edward se perdió en ellos hasta que Seth volvió a aparecer en medio del pequeño círculo.
-Venga, cógela con cuidado Edward. Tú tranquilo que yo te cubro.
El vampiro la cogió de forma muy delicada, olvidándose por completo de no respirar y la primera bocanada de aire fue abrasadora. Sus pupilas se dilataron tanto que el perfecto iris de color dorado desapareció casi por completo. Seth se agazapó y soltó un gruñido.
-Tío si no puedes controlarte voy a pedir ayuda, lo primero es su seguridad.
-No, tranquilo Seth, me encuentro bien. -dijo dejando otra vez en el suelo a la chica y dándose la vuelta para respirar algo de “aire limpio”, pero era imposible porque el aroma de la mujer se había clavado tan adentro en su pecho que le hacía marearse-. Tal vez necesite algo de tiempo para asimilarlo.
-Mientras que no la hagas nada puedes tomarte todo el tiempo del mundo.
Edward echó a correr hacia el interior del bosque tan deprisa que las últimas palabras de Seth le parecieron un susurro.
Corrió tan lejos como pudo de aquel claro inundado por la peste del hombre lobo y por el perfecto aroma de la joven que se planteó seriamente el no volver, pero había algo que le obligaba a regresar a la zona.
Otra vez el frío aire apareció azotándole en la cara como un látigo. No corría con un destino fijo, pero sí con una idea clara, “desaparecer durante unos minutos, tan solo unos minutos” pensó. Siguió corriendo hasta llegar al río que bordeaba su casa, “¿por qué el camino se me ha hecho más corto ahora que antes?”, pensó. Llegó a la orilla de este y se metió de lleno en el agua congelada, para él fue un gran alivio verse cubierto por aquel líquido manto. Sumergió su cuerpo hasta el fondo del cauce durante un tiempo, allí abajo perdió la noción del tiempo.
Quería quedarse abajo y olvidarse de todo lo que había en aquel momento en el exterior, pero, incluso en el agua, puedo escuchar los pensamientos de Seth de forma amortiguada por el líquido.
-Tío, lo de todo el tiempo del mundo era coña, vale. ¿Qué hago si la chica se despierta y se encuentra a su lado a un enorme lobo? No tardes, por favor.
Esas palabras le hicieron emerger del fondo del río de un salto. Notó el cambio brusco de temperatura y, empapado como estaba, sentía con más fuerza que el aire helado de la noche se le clavaba en su dura piel marmórea. Posó los pies en la tierra saca del exterior y miró hacia atrás, debía de hallarse en otro punto del río porque allí no estaban las luces de su casa que normalmente se podían ver si se encontrase en una zona cercana a esta.
Se olvidó de aquello y salió corriendo de nuevo a la masa de árboles en dirección al pequeño claro. Cerró los ojos y decidió ser guiado solamente por el olor de la chica. No le llevó ni un minuto encontrar el rastro que había dejado al dirigirse al río y  encontró fácilmente el círculo de árboles.
Al llegar allí todo estaba como lo dejó cuando se fue. El gran lobo protegiendo a la inmóvil muchacha.
-Ya creo que puedo controlar mi instinto. -dijo el vampiro con gran esfuerzo.
-Edward, dónde has estado, estas totalmente empapado, procura no calarla a ella. -Pensó Seth mientras movía la cabeza desaprobando el aspecto del vampiro.
Edward la cogió despacio envolviéndola en el gran abrigo oscuro que la cubría en un principio y, con mucho cuidado de no mojarla y sin perder el control la acunó en su pecho todo lo calmado que pudo. Se arriesgó y confió en su fuerza de voluntad y no contuvo la respiración, pero se cuidó mucho en no acercársela demasiado a la cara. Seth confiaba en su amigo vampiro, pero no se sintió muy seguro con la osadía de su compañero y enseguida se lo hizo saber.
-No te preocupes, ya me he despejado lo suficiente como para mantener el control.
Ambos echaron a andar a un ritmo no muy acelerado porque la dirección en la que corrían algunas brisas del aire y a la velocidad a la que podían ir podía empujar el olor de la chica directamente a la cara de Edward, así que llevaron un ritmo pausado y rítmico.
-¿Está inconsciente? -pensó Seth.
-Probablemente, ¿no has encontrado ningún signo de violencia?
-Exacto, ningún traumatismo en la cabeza, tampoco en la cara ni en los brazos, pero mi pregunta no es esa, mi pregunta es: Tú, experto en la mente, ¿la gente sueña o piensa en cosas cuando está inconsciente?
-Sí, así es, el cerebro está siempre en constante funcio...na...miento…
Sus palabras se fueron apagando a medida que se iba dando cuenta de que allí había dos personas y solo podía oír los pensamientos de una.
-¿Por qué no te has dado cuenta antes? -pensó Seth mientras bajaba la cabeza y miraba a Edward por el rabillo del ojo-. Lo pensé cuando volvía a mi forma animal, antes de que te fueras.
-No lo sé, es muy desconcertante darse cuenta de esto, tan preocupado he estado en el autocontrol que me he olvidado por completo de su mente, no puedo acceder a ella.
-Otra Bella más, ¿no?
-Más o menos, a ella ya la puedo escuchar, en el momento en que le eligió a él y este se imprimó de ella, fue como otra mente más, otro campo abierto.
-¿Fue duro lo de Bella y Jake?
-En realidad, no mucho. Yo la amaba, pero la he aceptado y puede más su felicidad que mi egoísmo.
-Eso es muy bonito colega, por lo menos seguís siendo amigos.
-Sí, eso es lo que más me gusta, que puedo contar con ella, -se rió a carcajadas durante un rato y luego añadió-: además, cuando se convierte en loba tiene un pelaje muy bonito, tiene ese tono cobrizo y algunas rayas en el lomo de color amarillo que la hacen muy graciosa, ¿no crees? Otra chica lobo.
-Otra chica lobo. Pero bueno, mi pelambrera es mucho más suave, me lo cuido más.
Y los dos se echaron a reír durante largo rato, se habían convertido en buenos amigos años atrás cuando pelearon juntos contra Riley y Victoria en la cima de aquella montaña nevada.
Después de varias charlas sobre las relaciones entre lobos y vampiros -y varias bromas sobre este tema- volvieron a reanudar la conversación de la mente cerrada de la desconocida humana que llevaba Edward en brazos.
-¿Cómo funciona la mente? -preguntó Seth en tono serio-. Es decir, tú oyes los pensamientos de la gente, pero, ¿también ves las cosas que vemos nosotros?
-Sí, soy capaz, ahora mismo, de ver por mis ojos y por los tuyos, pero no soy capaz de oír lo que has pensado hace unos días. Oigo y veo las cosas al momento. Cuando la pelea, tú estabas en contacto con la manada y veías lo mismo que ellos, pero no te distraías de tu objetivo. Yo veía lo mismo que tú, lo mismo que ellos, es, básicamente, como funciona la vuestra, la conexión que existe entre la manada.
-Ya lo entiendo, y cómo te sientes al no saber lo que piensa ella.
-Es frustrante, y, no muy agradable. Acostumbrado como estoy de saber todo lo que piensa todo el mundo, que llegue una personita y te cambie eso es extraño. Una puerta cerrada.
Ambos permanecieron callados hasta llegar a una pequeña casa de piedra negra entre la arboleda, el porche de la casa se encontraba iluminado por una luz débil que apenas alcanzaba a alumbrar la puerta de la casa que se encontraba en el otro extremo de esta. Tres escalones subían hasta la entrada hacia la puerta. Los dos se detuvieron frente al hogar a la espera de alguna señal.
-Jacob está viendo la televisión, pero a Bella la noto bastante confusa, está gritando y andando de un lado para otro. -le dijo al lobo de pelambrera color arena -ahora ya podía distinguirla a pesar de la escasa luz que había- mientras se dirigía hacia él.
-Voy otra vez dentro para cambiarme, ¿de acuerdo? Espérame aquí.- pensó Seth.
Edward asintió y se volvió otra vez hacia la casa. Después miró el dulce rostro de la chica ahora iluminado por algo de luz. Aunque era un vampiro y podía ver casi igual con luz que con oscuridad un poco de luz que no fuese el reflejo de la luna se agradecía. La faz de la chica, a los ojos del vampiro, había cambiado por completo, si a oscuras le parecía preciosa, con luz era indescriptible. Se quedó mirándola hasta que llegó Seth, entonces este le dijo:
-Tío relaja, que te la estás comiendo con la mirada.
 El vampiro le ignoró y subió primero los escalones y, seguido de este, las subió Seth.
Llamó a la puerta de forma suave con la puntera de su zapato, sería demasiado arriesgado soltar a la chica y sostenerla con un solo brazo -para él no hubiese supuesto ningún inconveniente- contra su pecho, más próximo a su rostro, temía no controlarse.
Un chico de piel morena, al igual que Seth, abrió la puerta. Con el pelo más largo que el del joven lobo y más oscuro, no llevaba camiseta y eso dejaba al descubierto su torso desnudo a la tenue luz del porche. Grandes músculos ocupaban su pecho, muy ancho de espaldas y muy alto.
Miró a Edward a los ojos y esbozó una ligera sonrisa a modo de saludo y después envió otra mirada a Seth y esta vez su sonrisa se intensificó hasta enseñar los dientes blancos, formando una sonrisa perfecta.
-¿Es qué nunca llevas camiseta, Jacob Black? -dijo Edward devolviéndole la sonrisa mientras hablaba-. Espero no haberos interrumpido a ti y a Bella pero necesitamos ayuda-. Dijo, aunque ya sabía lo que estaban haciendo.
-¿Qué es lo que sucede? ¿Qué demonios llevas en los brazos?-dijo Jacob mientras intentaba ver que era lo que envolvía el grueso abrigo negro y acunaba Edward con tanto ímpetu entre sus brazos.
-Es una humana, podemos pasar.-le contestó el vampiro sin enseñarle a la chica.
Jacob se echó a un lado en la puerta para dejarles pasar al interior de la cabaña de piedra. Los acompañó hacia el salón pasando él primero para acercarse a un sofá de color verde, allí acomodó los cojines e hizo señas a Seth para que apagase el televisor que había frente a este.
El eco que había anteriormente por las voces que emitía el viejo aparato se extinguieron rápidamente con un sordo “clic” que retumbó en toda la casa, como si esta se fuese a derrumbar, demasiado extraño. Pero pronto se dieron cuenta de que el sonido no se había producido por el botón del televisor, este había sido eclipsado por otro que se había producido bajo sus pies, no un sordo “clic”, sino un estruendoso “pum”.
-Bella vuelve a sentir la irritante quemazón de los primeros días de metamorfosis por todo el cuerpo. Es algo que nunca le había pasado a nadie, pero claro, nadie antes se había transformado en uno de nosotros por unirse a uno.
-¿Dónde se encuentra?- preguntó Seth.
-No quiere ver a nadie, está en el sótano destrozando cosas con los puños. Nunca te la habrías imaginado así de agresiva, verdad.- dijo mientras miraba a Edward.
-Siempre me la imaginé como la “frágil Bella”.- le dijo sin mirarle pues estaba colocando a la chica en el mullido sofá.
-¿Quién es, qué hace aquí y por qué huele tan bien? Ah y ¿cómo te las has arreglado para no matarla con ese olor tan apetecible para ti?
-Creo que es el autocontrol lo que me ha permitido no beber su sangre, soy demasiado fuerte, pero este esfuerzo me está quemando de una manera que nunca había experimentado con ningún otro humano, ni siquiera con Bella.-dijo Edward mientras levantaba despacio la cabeza para mirarle y dibujar en su rostro una leve sonrisa.
Otro golpe retumbó en la inestable estancia, este incluso hizo saltar algo de polvo del suelo preocupando a los habitantes de manera notable.
-Será mejor que vaya a ver como se encuentra-dijo Jacob al mismo tiempo que cruzaba el umbral que unía el pequeño salón con el recibidor.-Procura no comerte a la chica, volveré con Bella.
Después de esto abrió la puerta del sótano y de este salió un grito desgarrador que decía: “¡NO QUIERO A NADIE AQUÍ ABAJO, FUERA!”.
A Bella le estaba costando bastante su conversión a metamorfa licántropa, más de lo que hubiese imaginado nadie, parecía dolerle realmente.
Seth y Edward se sentaron al lado de la humana, en un sillón cercano y en el suelo respectivamente.
Los dos la miraban con desconcierto y entusiasmo, y, solo en el semblante de Edward se podía ver como escrutaba su rostro dormido de forma inquietante, intentaba ver algo en el que le diese una mínima pista de saber lo que estaba soñando, pero no hubo nada, era como si estuviese muerta, realmente se lo había planteado pero rápidamente se le fue de la cabeza aquella idea absurda porque había escuchado su corazón latir a un compás lento y rítmico.
-Edward sal fuera-dijo Seth en tono serio-no te lo diré otra vez tío, sal, cálmate y luego entras pero quiero que lo hagas ya, sino, te echaré yo a la calle si no me haces caso, de acuerdo.
Sin darse cuenta, Edward se había ido acercando cada vez más y más al cuerpo de la joven hasta casi llegar a tocar su boca con la frente. Había pegado su oreja al pecho de la chica, solo para escuchar el latir de su corazón y cerciorarse de que todavía seguía viva. Pero había algo extraño en el comportamiento del vampiro, se sentía atraído por la mujer y, seguramente, desease más que ningún otro su sangre dulce, pero sabía que no la haría daño, no se lo haría aunque quisiera.
-Edward, sal por favor-esta vez Seth se puso en pie y señaló la puerta con la cabeza.- No me hagas echarte a patadas amigo.
-Estoy bien Seth, jamás la haría daño, pero será mejor que me vaya yendo. Informaré a los demás de esto y, mañana vendré a hacerla una visita, Para ver como se encuentra.
-Me parece bien, colega. Les explicaré lo que ha sucedido y estaré en contacto contigo por si se despierta, te parece.
-Está bien Seth, nos vemos. Por cierto, dale ánimos a Bella de mi parte.
Y el vampiro salió por la puerta de la casa sin hacer ningún ruido. Seth volvió a sentarse en el sillón y lo arrimó aun más a la cabeza de la chica, para observarla más de cerca.
Segundos después entraron en el salón Jacob y Bella, una chica joven de unos veinte o veintiún años de edad, con el pelo castaño largo y los ojos color pardo, su piel no era como la de Jacob o Seth, su piel era pálida, pero parecía muy cálida y en sus mejillas había una pincelada de color.
Ambos se acercaron al sofá para ver a la chica y, posteriormente acercaron unas sillas que había alrededor de una mesa redonda a la parte trasera del sofá y se sentaron en ellas.
-¿Cómo es que huele tan bien? No es que me parezca apetecible Jacob-le dijo pues este había puesto cara de asombro de forma sarcástica.-Es, simplemente que su aroma es distinto.
-Pues no sabemos, por cierto, Edward me ha pedido que te de ánimos, sabe que lo estás pasando mal.- le comentó Seth a Bella.
-Que amable Edward, pero ¿cómo la ha podido traer ilesa? Ha tenido que ser realmente duro para él.
-Pues ha sido el único en ir a por ella, ni siquiera Carlisle a podido con su aroma.
-No me lo creo.
-Lo mismo dije yo.
-Pero, es imposible, Edward…yo, sabía que él tenía autocontrol, pero esto.
-Ah, y otra cosa, no puede, atención, leerla los pensamientos.
Tanto Jacob como Bella se quedaron boquiabiertos, no se esperaban aquella noticia, solo la mente de Bella había sido impenetrable para Edward y esta barrera cesó cuando ella y Jacob se unieron y ella empezó a formar parte de la manada.
-¡IMPOSIBLE!- exclamaron al unísono.
-Posible, se dio cuenta cuando veníamos hacia aquí, bueno, me di cuenta yo antes que él. Edward estaba demasiado distraído con el autocontrol, casi lo pierde cuando la cogió por primera vez y la olió de cerca, la tumbó otra vez cuidadosamente en el suelo, se dio la vuelta, respiró hondo, se calmó y salió corriendo sin rumbo porque, si se dirigía a su casa iba en la dirección equivocada. *Tardó bastante en volver y, cuando llegó estaba totalmente empapado, seguramente se metió en el río e intentó desaparecer durante un tiempo. Luego nos dirigimos hacia aquí charlando de todo un poco, pero realmente Edward se comportó, tiene más control sobre él mismo del que me había imaginado.
-Y, ¿a dónde se ha ido?-preguntó Jacob mientras giraba la cabeza hacia ambos lados buscando al vampiro.-Ya se cansado de controlar sus instintos de sanguijuela.
-No, cuando te fuiste al sótano, Edward se sentó en el suelo a su lado y, empezó a acercarse a su pecho, como si pensase que estaba muerta, creo que quería estar seguro de que estaba viva, pero, lo más insólito fue que, no perdió los estribos en ningún momento. Seguro que cualquier otro vampiro de su familia, incluyendo a Carlisle, se habrían tirado a su garganta.
Bella se levantó de la silla rápidamente y se dirigió hacia una ventana que había en el lateral de la habitación. Mientras escrutaba la oscuridad del campo, daba pequeños y suaves golpes en el suelo con el pie. Impaciente y alarmada se sacudía el pelo hacia atrás una y otra vez. Los dos metamorfos se quedaron contemplándola durante unos momentos y volvieron a desviar la mirada hacia la chica que se encontraba tumbada en el sofá.
Ambos se dieron cuenta del por qué de la reacción de Bella, las palabras que había dicho Seth minutos atrás habían sido percibidas con gran nerviosismo por la joven licántropa, “seguro que cualquier otro vampiro de su familia, incluyendo a Carlisle, se habrían tirado a su garganta”. Aquellas palabras retumbaron con gran eco en las cabezas de los tres habitantes conscientes que se hallaban allí.
-Debemos ayudarla,-dijo Seth mientras se recostaba sobre el respaldo del sillón en el que se sentaba.-Porque, y si Jasper o Emmett o cualquier otro vienen a por ella, y si sus instintos son mucho más poderosos que la educación que les ha dado Carlisle sobre la sangre humana, aunque claro, Carlisle ha tenido que huir de ella también.
-No podemos arriesgarnos, y si Edward también se descontrola-dijo Jacob mientras se levantaba de un salto y dirigía su mirada hacia Bella.-Joder, es más joven que Carlisle y es el único que puede acercarse a ella sin sentir nada, no me lo trago.
-Edward es mucho más fuerte que cualquier otro Jake, bebió mi sangre y fue capaz de para solo para salvarme la vida, y, ahora, se ha acercado lo suficientemente a ella como para sentir su aroma entrando por sus poros y ni se ha inmutado, yo confío en él.-le replicó Bella volviéndose hacia este.
-Yo también tengo fe en que él no la hará daño, tendrías que haberle visto como la miraba y…
Jacob alzó la mano hacia arriba en señal de silencio mientras le miraba a la cara a la chica tendida en el sofá. Esta movía los ojos por dentro de los párpados, era la primera vez que la habían visto mover alguna parte de su cuerpo, eso significaba que soñaba. Al mismo tiempo respiraba de una forma más acelerada y se removía.
-Está teniendo una pesadilla-dijo Bella acercándose más a ella.-Deberíamos despertarla.
-No, déjala que duerma.-le dijo Seth mientras estiraba un brazo hacia ella para hacerla parar.- No sabemos que la ha sucedido, que despierte cuando lo crea oportuno.
Se quedaron en silencio esperando una respuesta por parte de alguien, pero nadie habló, solo se oían los leves gemidos de la joven mujer desconocida. Era evidente que estaba teniendo una pesadilla pero ninguno se atrevió a tocarla. Se quedaron muy quietos mientras la contemplaban. Entonces, unos débiles rayos de luz entraron por la ventana, debía de estar amaneciendo, era increíble lo rápido que había pasado el tiempo.
-Voy a llevarla a la cama, si fuese yo, no me gustaría levantarme con dolor de espalda tras haber dormido en un sofá tan duro.-dijo Jacob mientras daba la vuelta al sofá avanzando hacia el cuerpo de la chica.
Este se puso en frente de ella y la elevó con sumo cuidado acurrucándola entre los músculos del pecho. La chica se movió adoptando una forma más cómoda para ella, posó una de sus manos en el pectoral del licántropo y la otra la pasó intentando rodear su ancho cuello.
-Intentaré no enfadarme con ella cuando se despierte después de haber visto esto.-dijo Bella de forma sarcástica mientras seguía a Jacob hacia un dormitorio que había en la otra punta de la casa.-Menos mal que está dormida, sino, pensaría que lo está haciendo a propósito.
-Vamos nena, sabes que solo tengo ojos para ti, imprimación recuerdas.-le contestó Jacob a Bella mirándola por el rabillo del ojo.
-Tú no te creas tan irresistible nene, no estoy celosa si a eso a lo que te refieres.
-Dejadlo ya parejita, que acabaréis despertándola-gritó de forma suave Seth por detrás. Él se había quedado en el salón y estaba encendiendo la televisión.
Jacob y Bella llegaron a la habitación, esta se quedó en la puerta a la espera de que el otro metiese a la chica en la cama y la arropara con las sábanas. Después se dirigió hacia Bella y la besó en la frente con lentitud, clavando sus labios en ella por un tiempo. De fondo, los susurros de la televisión fueron apagándose lentamente hasta volverse inexistentes.
-Movilizaré a la manada, misión de protección.-la dijo mirándola ahora a los ojos y abrazándola por la cintura.-Nunca nada será normal aquí, si es eso lo que añoras de Phoenix, aunque ya llevas algunos años aquí.
-No añoro nada de mi anterior vida en Phoenix porque ahora vivo en Forks y tú estás en la nueva, eso es lo que importa.-le dijo mientras se alzaba sobre sus pies pe intentaba llegarle a la cara para decirle más de cerca:-Y ya sé que nunca nada será igual y, eso, amigo, es lo que más me gusta.
Y antes de que su boca tocase la de su compañero un gruñido salió del salón en el que se encontraba Seth. Los dos se dirigieron hacia allí de forma acelerada, al llegar a la puerta que lo unía al recibidor percibieron un tufo familiar, olor a canela y madera mojada junto con algo de polvo y flores. Era Alice, la pequeña vampira del clan Cullen que podía ver el futuro se encontraba en el salón junto a Seth. Los dos estaban agazapados y a la defensiva, esperando el ataque del contrario. Ambos soltaban feroces gruñidos, aunque Seth se esforzaba por enseñar los dientes y gruñir al mismo tiempo, a Alice no le resultaba nada difícil y lo hacía de una forma agresiva y, a la vez sofisticada.
-Parad,-gritó Bella, sus manos habían empezado a temblar y su respiración se había vuelto fuerte y vertiginosa.- ¡He dicho qué paréis!
Ninguno se inmutó excepto Jacob, que se puso delante de Bella mirándola a ella. La agarró de los brazos e intentó encontrar sus ojos, pero la mirada de esta se encontraba perdida.
-Bella, relájate, no pasa nada. Por favor, Bella vuelve con la chica y relájate, respira cariño.-mientras la decía esto la sacudía suavemente para hacerla volver en sí.-Bella, tranquilízate nena, no ocurre nada.
La abrazó con fuerza y esta respondió a su abrazo metiendo la cabeza en su pecho, avergonzada por aquella reacción. Los temblores iban en disminución hasta que cesaron finalmente.
-Lo…lo siento mucho Jake, será mejor que me quede con ella. Ten cuidado.
Jacob le dio un beso en la frente y la acompañó a la habitación sin dejar de mirar por el rabillo del ojo al vampiro y al licántropo que había en su salón.
Una vez de vuelta, Jacob entró corriendo y se puso en medio de los otros para detener la pequeña guerra de gruñidos que se había formado. Alice tenía en el semblante una expresión, no de ataque como había supuesto Jake, sino de defensa, sin embargo, el atacante esta vez parecía Seth, en su cara había acidez y dureza, “¿qué es lo que está sucediendo aquí?” se preguntó Jacob y, acto seguido, se lo hizo saber a aquellos dos enemigos.
-¿Qué es lo que ocurre? Y, quiero una explicación detallada, pero quiero que los dos os calméis o tendré que darle una patada en el culo a alguno y esta vez no tengo preferencias.-dijo mientras movía la cabeza de un lado al otro mirando a ambos.
-Dile a tu chucho que no voy a hacer daño a la chica, su olor es profundo, pero ninguna de nosotras se ve afectada tanto como los chicos.-empezó a decir Alice volviendo a una posición más natural.
-Alice, lo siento mucho, pero he reaccionado como lo haría cualquier otro, perdona.-se disculpó Seth mientras adoptaba una posición relajada, pero en sus ojos seguía habiendo cierta desconfianza.
-No pasa nada Seth, yo también siento lo de chucho, pero, no he venido para matar a nadie.
-Entonces, a que has venido Alice-dijo Jacob acercándose a ella muy despacio.-Es decir, te ha enviado Carlisle o Edward.
-No, simplemente, he venido para informaros de lo que ha pasado en casa. Yo estaba de caza junto con Jasper y Rose cuando Edward y Carlisle se marcharon, Esme hablaba con Emmett y lo intentaba mantener al margen de un extraño olor que había en el ambiente.
-¿Y Jasper no reaccionó como Emmett cuando se dio cuenta del olor?-preguntó Seth apartándose hacia la ventana para vigilar.
-Jasper fue un caso aparte, se volvió frenético. Tuvimos que agarrarle entre todos y, aun así era más fuerte que nosotros. Cuando estaba a punto de salir, Carlisle llegó en ese momento y lo detuvo, pero…-dijo Alice, le costó seguir hablando y se le trabaron las palabras.- de una forma muy violenta.
*Carlisle llegó y se encontró la escena, Rosalie y yo agarrando a Jasper mientras que Esme intentaba hablar con él, y Emmett preparado para saltarle encima si intentaba escapar. Carlisle se enfureció, gruñó como nunca antes le había escuchado hacer. Dijo que le soltásemos y, en el mismo instante en que lo hicimos, Jasper se dirigió a la puerta para salir saltando por encima de él, pero este le atrapó a tiempo y le tumbó al suelo.
*Intentó retenerle en allí, pero Jasper lo levantó en vilo y lo tiró hacia fuera, atravesando la ventana que da al bosque. Todos salimos para detener la pelea, pero Carlisle gritó: “No os acerquéis, yo me ocupo”. Las pupilas de ambos estaban totalmente dilatadas, andaban el uno frente al otro formando un amplio círculo. Saltaron al mismo tiempo y se chocaron en el aire, haciendo muchísimo ruido.
-Edward y yo no escuchamos nada, ¿por qué?-dijo Seth volviéndose hacia ella.
-Nosotros estábamos en la parte delantera de la casa, y, aunque no os dieseis cuenta, vosotros estabais a kilómetros de allí. Os encontrabais más cerca de la reserva que de nuestra casa. El olor de la chica nos despistó, pensando que se encontraba tan solo a unos metros de distancia de donde nos encontrábamos.
-Sigue Alice, ¿cómo están Jasper y Carlisle?-la instó Jacob intrigado.
-Fue, algo muy violento, el sonido de dos piedras chocar de forma atroz. Nunca creí a Carlisle capaz de arrancarle algún miembro a alguien de su familia.-dijo Alice bajando la cabeza y dándose la vuelta.
Si un vampiro hubiese sido capaz de llorar de dolor, aquel sería el momento idóneo. Se podía ver el sufrimiento en su cara, dividida por el dolor. Eligiendo entre el que la había acogido a ella y a su pareja, Carlisle, o a su amor, su razón de vida-o lo que fuese que era aquello-, Jasper.
Jacob se acercó cuidadosamente a la vampira y de modo compasivo la dio la vuelta y la abrazó. El olor dulzón de Alice le quemaba la nariz tanto que no pudo evitar poner mala cara. Era la primera vez que abrazaba a un vampiro, su tacto duro y frío como el mármol era extraño, pero casi no se notaba su piel gélida debido a la calidez que le aportaba la suya. Él podía comprender aquel dolor, si se tuviese que poner en su lugar, su elección sería muy complicada. A Alice también le fastidiaba el olor a perro de Jacob, pero se sentía a gusto entre sus brazos.
-No te preocupes Alice, todo se arreglará.-le consoló Jacob posando una de las manos en su pelo.
-Jasper finalmente paró,-siguió Alice apartándose del licántropo y mirándole a los ojos.- Pero seguía retorciéndose de dolor tocándose el muñón de la mano. Carlisle también se centró en él y le recompuso la mano chupándole y extendiéndole la ponzoña por la zona de la muñeca desprendida. Jasper dejó que lo hiciese sin hablar y, una vez unido, abrazó a Carlisle. 
-Bueno, todo acabó bien-dijo Seth mientras se alejaba de la ventana.
Nadie contestó, todo se quedó en silencio. El sol entraba cada vez más por el cristal del salón, la luz anaranjada del amanecer se filtraba por los árboles hasta llegar a la casa. En un reloj digital sonó la alarma, eran las ocho de la mañana, pero a ninguno le importó pues todos estaban pendientes de Alice que se había quedado inmóvil, más incluso para ser un vampiro, su mirada se perdió por el salón, movía los ojos pero sin mirar a nada en concreto,  estaba teniendo una visión del futuro, pasados unos minutos dijo:
-Cinco minutos.
-¿Cómo?-preguntó Seth acercándose a la vampira que ya había recobrado el sentido.
-Se despertará en cinco minutos,-repitió.-La chica  que encontrasteis.
-Ah sí, la chica-dijo Seth extrañado, se había olvidado completamente de la chica con el relato de Alice.-Por cierto, ¿has visto a Edward?, me dijo que le llamase cuando la chica estuviese despierta.
-Sí, le vi, parecía feliz, excitado. Nunca le había visto con esa cara. Voy a avisarle yo Seth, tu no te preocupes.-dijo Alice mientras se dirigía hacia la puerta con paso decidido.-Dos minutos, no la apabulléis demasiado. Vendré más tarde para ver como se encuentra ella y Bella, la he visto algo agobiada.
-¿Agobiada?-dijo Jacob con sarcasmo.-La vuelve la quemazón y se pone histérica de vez en cuando.
-Vendré a verla, necesita una tarde de chicas.-dijo con una sonrisa reluciente.
Después de decir esto salió corriendo hacia el exterior con movimientos gráciles y sofisticados, tal y como solía andar ella.
Jacob y Seth se dirigieron casi corriendo pero sin hacer ningún ruido hacia la habitación en la que se encontraban las dos chicas. Se quedaron en la puerta que daba al dormitorio y desde allí contemplaron la estancia. La chica desconocida descansaba entre las sábanas, arropada hasta el cuello, en la cama, y Bella sentada a su lado, mirándola detenidamente. Su respiración era débil, como antes, pero el latido de su corazón había cambiado, se había vuelto más fuerte.
-Bella,-la llamó Jacob-se va a despertar enseguida.
-Si, lo he estado escuchando todo, un minuto.-le contestó sin levantar la mirada, pendiente de los movimientos de la durmiente.  
Todos miraron hacia la pared, no se habían dado cuenta de que lo que podía hacer despertar a la chica era la luz que se filtraba por la ventana del cuarto. Se miraron los unos a los otros con desconcierto, no les quedaba mucho tiempo y todo apuntaba a que la chica se iba a despertar por la luz del sol.
Esta giraba de un lado a otro de la cama intentando evitar que los rayos que pasaban por el cristal la diesen en la cara y, como había dicho Alice, la chica acabó por abrir los ojos.

Tal vez algo largo, pero es un capítulo completo.